El hecho de saber parar y reflexionar es un rasgo característico del ser humano. Todos tenemos una capacidad reflexiva que nos hace ser personas únicas, por nuestras ideas, principios e inseguridades. La introspección nos permite llegar a ese mundo interior para descubrir quién somos y qué deseamos.
La sociedad nos arrastra constantemente a prestarle atención al “mundo exterior”. El hecho de querer estar permanentemente ocupados nos lleva a evitar la introspección, también por miedo a lo que podamos encontrar en nuestro interior, y esto puede crear efectos negativos a largo plazo. Conocernos repercute en nuestra felicidad, y también en nuestras relaciones personales: seremos más honestos, más auténticos y tendremos mucha más consciencia de aquello en que nos implicamos.
Cuando solucionamos aspectos en nuestro interior que pueden parecer confusos o conflictivos evitamos ansiedades o miedos y le damos un valor más importante a los propios sentimientos, quitando prioridad a la exterioridad. Es fundamental encontrar un equilibrio entre el mundo interno y el mundo externo.
Es muy importante generar un ambiente adecuado para ello. Encuentra un espacio en el que te sientas a gusto para poder disfrutar de tu propia compañía e intenta dedicarle alrededor de 10 minutos al día. Es importante que te sientas a gusto y que no te interrumpan.
La relación contigo mismo/a se cultiva con paciencia y respeto. Conocerte te ayudará mucho a conectar con los demás. Cada uno de nosotros somos seres únicos… ¡Tómate tu tiempo para descubrirlo!
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