Nuestra realidad y existencia se rigen por unos patrones universales que están presentes desde la forma más pequeña de la vida hasta la más grande. La geometría sagrada se basa en esos patrones universales, reglas geométricas y de estructura que se repiten en nuestra naturaleza. Por ejemplo, los paneles de abeja siguen un patrón hexagonal perfecto, o las conchas de nautilo que crecen con una proporción de espiral sin alterar su forma.
Estos patrones geométricos se consideran sagrados, porque representan tiempo, espacio y forma. Encontramos siempre los mismos patrones en cualquier creación: el cuerpo humano, el arte, el lenguaje, un bosque… Todo es energía, y esta no se mueve al azar, sino que sigue un ritmo. Detrás de toda vibración o frecuencia hay un algoritmo que une y crea cada realidad, por tanto, la geometría sagrada son esas representaciones simbólicas de las fuerzas creadoras del Universo.
Una de las formas más conocidas de la geometría sagrada es la Flor de la Vida. Este símbolo está formado por 19 círculos del mismo diámetro, superpuestos y distribuidos en el espacio de manera uniforme. Su origen es desconocido, ya que se representaba en diversas culturas completamente aisladas entre sí, en diferentes puntos del planeta: en templos de Egipto y la India; en la ciudad turca de Éfeso, en la ciudad prohibida de China, e incluso en la mezquita de Córdoba.
El nombre procede de su parecido a una flor, y además porque representa ese ciclo constante de nuestra naturaleza: el árbol da la flor, de la flor aparece la fruta, de la fruta la semilla y de la semilla aparece de nuevo el árbol. En este sentido, la Flor de la Vida representa el origen y la conexión entre toda la existencia. Es una red infinita que conecta todos los niveles universales y los representa en una unidad. En definitiva, es la representación visual de la interconexión de la vida.
Cuando portamos un talismán de Flor de la Vida o tenemos algún elemento en el hogar con esta simbología, su vibración nos puede ofrecer grandes beneficios a nivel energético. Nos aporta fortaleza en el plano mental, ya que ayuda a potenciar nuestras habilidades cognitivas. Potenciará también las vibraciones positivas para los ámbitos económico y sentimental.
La geometría sagrada de la Flor de la Vida funciona muy bien para trabajar la meditación. Su patrón hace que desarrollemos estados profundos de relajación y favorece a actividades como la visualización. Cuando damos luz a nuestras peticiones a través de las velas, es fundamental realizar la visualización de forma profunda. Por ello, disponer de algún elemento con esta simbología en nuestra zona de trabajo nos puede ser de gran ayuda para concentrar toda nuestra energía en esa petición.
Opiniones de nuestros clientes
Recibe nuestras novedades